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11 may 2012

Nuevo calendario maya desmiente Fin del mundo

La historia va de que equipo un de arqueólogos norteamericanos ha descubierto en norte de Guatemala el calendario Maya mas antiguo hallado hasta ahora, que data de hace 1.200 años y supera en unos cuatro siglos a los anteriormente conocidos como los más antiguos.Contrario al mito, este calendario no se acaba el 21 de diciembre de 2012, sino que sigue adelante



El hallazgo fue presentado por los arqueólogos William Saturno, de la Universidad de Boston, y David Stuart, de la Universidad de Texas-Austin y tuvo lugar en las paredes de un recinto en la ciudad Maya de Xultún, en el departamento del Petén. Muchas de las inscripciones se vieron dañadas por saqueadores, pero aún pueden reconocerse una serie de registros, se indicó, con los que se descubrieron por ejemplo cálculos de fases lunares. Otros se muestran como más enigmáticos, pero parecen estar vinculados con Marte, Mercurio o bien Venus.


 “El calendario maya sigue avanzando por billones, trillones, octillones de años en el futuro”, dijo Stuart, que trabajó en descifrar los símbolos pintados en negro y rojo sobre la piedra.


Lo que había dentro asombró a los arqueólogos. Tres muros pintados, cada uno con su propia historia, prácticamente intactos. En ellos, pequeños glifos rojos y negros arriba y abajo por toda la pared, barras y puntos que representan columnas de números. «No es un templo ni un monumento. Por primera vez, teníamos ante nuestros ojos los registros reales en poder de un escribano», describe por teléfono a ABC.es William Saturno, profesor de arqueología en la Universidad de Boston (EE.UU.). «Es como ver un episodio de la serie de televisión 'Big Bang Theory', utilizaban las paredes como un pizarrón para escribir sus problemas matemáticos», continúa. El investigador cree que los escribanos o astrónomos de la época copiaron los datos de «algún libro que no ha llegado hasta nuestros días».


Los signos en rojo y negro miden apenas milímetros. Hasta ahora jamás se habían visto jeroglíficos semejantes, apuntaron los investigadores. Según el arqueólogo William Saturno, de la Boston University, se trata de los tres sistemas de calendario de los mayas: el ceremonial con 260 días, el solar con 365 días y calendarios de Venus y Marte, con 584 y 780 días respectivamente. 


Las tablas encontradas, que intentan encontrar la armonía entre los eventos celestes y los rituales sagrados, se extienden unos 7.000 años en el futuro y son cíclicas


El doctor Lars Frühsorge, director de la Asociación Mesoamericana de Hamburgo, dice que 
"no se trata tanto de un calendario, sino es una especie de cálculo astronómico hecho por un noble. Son números que fueron plasmados en un muro en el interior de una pirámide por un astrónomo que observaba las estrellas para hacer sus cálculos." 
Aparentemente no todos los mayas tenían acceso al interior de dicho edificio. "Es como la pizarra de un erudito de nuestros tiempos, como un experto que deja sus apuntes en su oficina, o sea cálculos privados de un astrónomo, a lo mejor hasta de un rey", añade el experto alemán.



En el muro norte cuatro largos números que representan de un tercio de millón a 2,5 millones de días reúnen todos los ciclos astronómicos que los mayas consideraban importantes, como los de Marte, Venus y los eclipses lunares. Estas fechas se extienden unos 7.000 años en el futuro, demasiado tiempo como para considerar que el mundo puede acabar en 2012. 

Los científicos creen que estos símbolos reflejan una visión determinada del mundo que nada tiene que ver con las populares profecías sobre el final de los tiempos. «Para los mayas todo era cíclico», dice William Saturno, que se ríe al recordar los terribles presagios para finales de año y pone un ejemplo: «Debemos pensar en el cuentakilómetros de un coche, cuando se pone otra vez a cero, vuelve a empezar». Pese a estos razonamientos, el científico está convencido de que cuando llegue el 21 de diciembre y no ocurra nada, los catastrofistas «se inventarán una nueva fecha». «Tenemos algo que aprender de los mayas y es que nosotros, en vez de pensar en cómo mejorar el mundo, parece que solo pensamos en su fin», reflexiona.



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